Utopía de ensueño

Resulta que hice un viaje yo solo a una laguna. Cuando llegué al lugar ya había varias personas disfrutando del paradisiaco territorio. Luego de dejar mis cosas me metí al agua para nadar. Eché un ojo a toda la gente que estaba en el lugar, pero todos eran personas que jamás había visto en mi vida. Cada uno jugaba contento. Pero como siempre y en todo lugar, había una parte de la laguna a la cual no se debía acercar puesto que allí brotaba el agua (sí, era como una especie de manantial), y también de allí se abría un camino que conducía hacia una cascada. La corriente en esas partes era muy fuerte y te arrastraba si te acercabas al punto de emanación de las aguas. Luego de un rato de estar nadando, se escucharon unos gritos. Miré hacia la parte peligrosa y estaba una niña que pedía ayuda; ella nadaba con mucha fuerza a contracorriente para llegar a alguna zona donde la fuerza del agua no fuera demasiado fuerte. Toda la gente entonces, se fue a la orilla más cercana a la niña, pero aún así no se podía alcanzar mucho hacia donde se encontraba la víctima. Todos corrieron por el tronco de un árbol que había en las cercanías para hacer que la niña se pudiera sostener de él y así salvarla. El problema es que la niña aún no podía alcanzar la ayuda y, juzgando por el hecho de que la pequeña se alejaba poco a poco, ella estaba siendo vencida por el cansancio. En seguida un instinto extraño que surgió dentro de mi me impulsó a nadar hacia donde estaba la niña. Ya una vez alcanzándola, la sostuve e intenté nadar a contracorriente también, pero avanzaba muy poco ya que la corriente era de verdad muy fuerte. Por fin logramos alcanzar el tronco pero nuestro cuerpo, todavía siendo arrastrado por el agua, dificultaba el rescate por parte de los demás. De repente la niña me dijo que ya no podía sostenerse más, yo le dije que estaba con ella y que sólo un poco más habría que aguantar. Sin embargo mis palabras de aliento no fueron tan convincentes y la niña se soltó, pero la alcancé a agarrar. Luego de eso la ayudé y pudo subir medio cuerpo al tronco. Cuando vi que ella estaba mejor allí y miré que la gente no podía jalar el tronco por más que lo intentaban, recordé aquella tercera ley del movimiento de Newton que dice “Cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre el primero una fuerza igual y de sentido opuesto”. Con ello en mente empujé con todas mis fuerzas el tronco, lo que provocó que yo me dejara ir con la corriente. Sólo pude ver que la gente había logrado acercar a la niña a una zona segura y dejé de luchar. La corriente me llevó inevitablemente hacia la cascada en donde la caída libre me hizo sentir lo que siempre quise experimentar: tirarme en paracaídas. Afortunadamente logre sobrevivir a la caída, pero puesto que estaba demasiado cansado, me deje llevar por la corriente. Fui arrastrado hacia una orilla en donde por fin me pude salir del agua para tirarme sobre el piso con la finalidad de tomar el sol y descansar. Mientras estaba allí, un grupo de personas me levantaron y me ayudaron a caminar hacia su aldea. Una vez estando allí, me ofrecieron de comer y me dieron ropa seca; pero todos con una gran sonrisa que iluminaba sus rostros y que me hacía sentir muy tranquilo. Fue entonces que me di cuenta que había llegado al lugar en el cual siempre había soñado estar. Un lugar en donde yo no conocía a nadie, donde la gente no sabía qué significa prejuicio, donde todos parecían vivir en una gran paz y armonía. Me sentí muy feliz por todo lo que había pasado.

Anoche tuve un sueño, y cuándo estaba en aquel lugar que siempre soñé con encontrar, desperté y me di cuenta de que aún sigo soñando con llegar allí. Al menos por un momento estuve muy contento después de mucho tiempo. Ésta semana me sentí muy desilusionado y enfurecido, pero después del sueño que tuve, me pude relajar y tengo la convicción de decir que después de varios días… Por fin descansé una noche. Por lo tanto, considero que éste ha sido
el mejor regalo que los tres reyes magos me han dado en toda mi vida. ¡Gracias!

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