Confesiones de un neurótico

Como última del 2006, escrita el 8 de diciémbre, confesé lo siguiete:

Resulta que hoy por la noche (mmmh, más bién ayer) me encontraba en una pizzería en la calle de Allende en pleno centro de la ciudad, a mi gusto, muy buenas. Me hallaba comiendo una rebanada ranchera sentado en una mesa pequeña cuando dos personas, un hombre y una mujer de 22 años aproximadamente, entraron a ordenar unas pizzas para llevar. La pareja tenía cierta particularidad que no podía pasar desapercibida. El chavo vestía con un pantalón de piel y una playera café; tenía varias perforaciones, usaba muchas cadenas y pulseras con mucho metal. La chava vestía totalmente de negro, pero lo que más llamaba la atención en ella era que tenía tatuado casi totalmente uno de sus brazos. No tardé en darme cuenta que ambos eran pareja puesto que al hablarse usaban ese tono meloso que caracteriza a los tórtolos enamorados. Al ver aquello no pude evitar sonreír. Sin embargo mi admiración se vio frustrada cuando puse atención a una conversación que escuche entre una niña y su madre, sentadas detrás mío. “¡Ya deja de mirarlos así! ¿qué no vez que esos delincuentes te pueden hacer daño si los miras feo?”, le dijo la madre a su hija de como 10 años. Últimamente he estado predispuesto a enfurecerme con facilidad por diversas causas, así que un enojo comenzó a invadirme luego de escuchar esas palabras prejuiciosas. Sólo recuerdo que cerré los ojos, giré mi cabeza y la azoté contra la pared. Según yo, no me dolió y lo hice con discreción, pero al parecer el golpe rezumbó fuertemente y tal vez sea por el hecho de que tengo una cabeza hueca. Me di cuenta de ello por razón de que mucha gente volteo a mirarme luego del azote. Lo se, tal vez exagero un poco (o quizá mucho) pero no pude evitar enojarme ante el gran prejuicio que la madre le trasmitía a su hija. Yo siempre he pensado que nuestro sistema de creencias y conocimientos comienza con la educación que recibimos en principio de nuestra familia y después del entorno en que vivimos. Por lo tanto, si nuestros padres nos enseñan a etiquetar a las personas y juzgarlas sólo por una primera impresión, viviremos una vida llena de prejuicios. Esa, es una vida que yo evito lo más que puedo y me enoja que se desprecie a la gente que le gusta ser diferente. Entonces ¿Cuál es la diferencia entre un darketo, una lesbiana, un hombre gay, un gringo, un ama de casa, un obrero, un actor, un abogado, un médico, el Papa, Vicente Fox, Britney Spears, Tú y Yo? Obviamente son innumerables las diferencias, pero hay algo que tenemos en común que es lo que nos DEBERÍA mantener unidos a pesar de los enormes contrastes, sea eso el hecho de que somos seres humanos que tienen la facultad de hacer uso de una “razón superior”. Con la presente confesión no pretendo decir que la mamá y su hija sean malas personas, ¡no! eso yo no lo sé realmente y no las juzgo del todo ya que no soy como ellas. Simplemente expreso mi desagrado a su parte prejuiciosa que amargó mi rica rebanada de pizza.

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