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Alquimia imposible

Una vez más, han pasado 6 años desde la última vez que escribí en este blog. Han pasado demasiadas cosas y por mucho tiempo me sentí falto de inspiración para hacerlo. Seguramente los como 3 lectores ya ni siquiera están interesados en lo que pasa por estos lares, y los entiendo, los caminos que hemos ido recorriendo han tomado rumbos muy separados y distantes entre sí. Como sea, esa inspiración ha llegado y se debe a una persona muy especial para mí, a quien le dedico la actual entrada y cada una de las palabras se dirigen desde lo más profundo de mi corazón sólo para tí: De antemano lo que te voy a decir, no es para juzgarte ni decirte que estás mal, porque es mi punto de vista y es probable que yo también esté errando pero aquí voy: Voy a hacer una cita que tal vez te suene familiar: "¿Sabes? Estoy cansada, he estado huyendo toda la vida y sintiéndome culpable por las acciones que tú y mi papá hicieron. He estado huyendo de tí, de la familia y de mí misma. Me he sentido juzgada

Pongamos nuestro granito de arena... ¡Ay ajá!

En esta ocasión, después de más de un año, quisiera agregar una entrada no muy colorida (como de costumbre). Y es que, en estos momentos siento que llevo una carga que ya me pesa. Seguiré la recomendación de un viejo amigo, quién partió hace ya muchos años y aún extraño. Me gustaría consultarte en el más allá en estos momentos. Él decía que si no tenía la confianza de desahogarme tan fácilmente lo escribiera. Entonces he me aquí. "Debemos poner nuestro granito de arena", si toda mi vida lo he entendido bien, es una frase que mucho se usa para persuadirnos de hacer algo que conllevará a un cambio. Los pasados tres meses me han demostrado que eso es una vil mentira. No tiene sentido.   Ese "cambio" que "generas" es tan visible como dice aquel otro dicho: "buscar una aguja en un pajar". Pongámoslo de la siguiente manera: tú quieres cambiar de color la playa de Acapulco para que luzca diferente y de atractivo visual para los turistas y la gen

Réquiem por un amigo

Antes de comenzar de lleno esta entrada y, tomando en cuenta que trata de amistad, me gustaría enviar un saludo y fuerte abrazo a mis dos grandes amigos y fieles lectores. Espero, mis estimados K' y Gud que salgan de sus guaridas y se dejen ver. Hace ya muchísimo tiempo que no los diviso. Recuerdo que al finalizar el año me puse a reflexionar acerca de mis logros de vida y lo que había vivido en años anteriores. Llegué a la conclusión de que no han sido muchos. Sin embargo, he logrado más en cuatro años que en la década previa. Claro que eso me alegró por un momento, sentimiento que fue opacado por tristezas que surgieron en un breve momento. Y es que me puse a recordar vivencias con los pocos mejores amigos que tengo desde la adolescencia. Fue tan profundo y sincero mi sentir que en año nuevo les mandé un mensaje abriendo mi corazón y confesando lo mucho que les extraño. Además, les dije que desearía que de vez en cuando nos viéramos y echar relajo como en los viejos tiempos. El

¿Hípster de clóset?

5 Años han pasado desde que escribí aquí por última vez. Bueno, aquí vamos de nuevo: Hace varios meses una alumna me dijo Hípster porque le dije que no me gustaba la música que todos oían y que, suele desagradarme lo que todo el mundo ama y hace de ello una moda. La noche pasada en momentos de reflexión creí que tal vez sí soy un Hípster de closet. Sin embargo, en pensamientos más profundos llegué a una irrefutable conclusión: "En realidad soy un amargado" me dije antes de dormir pacíficamente. No conozco mucho de hípsters. Desde un principio yo lo veía como una moda. Luego me fueron explicando cuáles son los pensamientos y forma de vida de ellos. Concuerdo con ellos en el sentido que suelo aborrecer la música choteada y que el mundo adora, lo cuál se vuelve una moda pasajera. Así que me gusta navegar en internet en páginas africanas, europeas, sudamericanas y asiáticas en busca de ritmos buenos y no globalmente comerciales. Otra cosa que aborrezco por la misma razón s

-EL SUPERVISOR DE OBRA- Crónicas de un contador anunciado.

Durante los primeros días estuve en chinga recolectando documentación de los empleados, diseñando los formatos para las credenciales, sacándoles las fotos a todos para insertarlas y haciendo que el jefe las firmara. Era tanto trabajo que tuve que trabajar todo el día del sábado y del domingo de la primera semana. Me estuvieron presionando los mismos trabajadores porque sin sus credenciales no los estaban dejando entrar los de seguridad a la entrada. En esos días sólo éramos el jefe y yo en la oficia y como bodeguero está trabajando mi papá. Así que prácticamente todo lo administrativo lo hacía yo sólo. A la mitad de la segunda semana llegó quien fungiría como el supervisor de obra. Mi primera impresión no fue buena en dos sentidos: en que el güey tiene jeta de pocos amigos y habla como con hueva, y la otra en que pues la idea anterior no era correcta del todo. Estos juicios me los supuse porque como ejemplo, ya que el supervisor se había instalado, agarraba mis cosas así de huevos, si

-LA RESIGNACIÓN- Crónicas de un contador resignado

Estaba uno de los primero días capturando toda la documentación de los trabajadores para crear la nómina cuando de repente tocaron la puerta de la oficina. Salí a ver y estaba una persona que preguntaba por “el contador”, yo puse mi cara de guat y le pregunté “¿el contador?”, “sí el contador, me dijo el ingeniero que aquí estaba ¿si es esta la oficina?” y yo aún con mi cara de pendejo respondí afirmativamente, y en eso me cayó el veinte y que le digo, “¡ah sí! Aquí es la oficina ¿en qué le puedo ayudar? Yo soy el…” ahí hubo una pausa porque no sabía si estaba diciendo lo correcto, es decir, aún no me la creía, “yo soy el contador”. Pues resulta que era un proveedor y me estaba dejando unas remisiones. Aquí es cuando nació la frase con la que abrí en la introducción. Alguna vez había pensado que si algún día me comenzaran a conocer o nombrar como “filósofo”, me sentiría de lo más raro. Pero en ese entonces no había reparado en lo que sentiría si me conocieran como “el contador”. Ahí fue

Crónicas de un Contador Resignado

Alguna vez había pensado que si algún día me comenzaran a conocer o nombrar como “filósofo”, me sentiría de lo más raro. Pero en ese entonces no había reparado en lo que sentiría si me conocieran como “el contador”. Ya había contado acerca de mi viaje de trabajo a un lugar cerca de Toluca en este sitio. Sé que fue muy breve, incluso creo que sólo dediqué una entrada. La verdad es que vivía en un lugar alejado de la cíber-civilización (donde sólo existía un café internet infestado con virus y demasiado lento para mi paciencia), que no tenía compu y además me daba flojera (¡qué raro!¿no?). Bueno, esos son los pretextos más baratos que se me ocurren hasta el momento de escribir estas líneas. Sin embargo, espero que esta vez todo sea distinto y pese que acá tengo mucho más carga de trabajo, me pueda sacudir la hueva y escribir las ideas que se me ocurran antes de que se me olviden y me pregunte “¿qué iba a escribir en el pinchurriento blog que me cargo?”. En fin, como introducción a la ser