¡Acepta tu destino!

Estaba en el microbús regresando de la escuela hace unos días cuando de repente subió el típico chavo de la calle para pedir ayuda económica. Él se dedica a hace unos aretes y te los daba por una donación voluntaria. Sin embargo, pese a que me ha tocado escuchar a muchos, pensé que diría las mismas palabras que todos parecen aprenderse de memoria. Algo hubo de eso, pero pronto comenzó a decir cosas que no había escuchado antes y que me hicieron pensar:

“Somos chavos de la calle carnal, pero neta que no somos animales. Somos como tú, también tenemos sentimientos y capacidades como las que tú sientes. Somos también humanos, pero la diferencia es que esto es lo que nos tocó, así nos tocó vivir y no podemos evitarlo. Lo único que nos queda es hacerle la lucha y seguir adelante.”

Definitivamente para mí eso es algo inusual, nunca había escuchado esto. Siempre es el típico de “si eres padre de familia, te doy un consejo, si tienes hijos… bla bla bla”. Pero el cuate este nunca dijo eso como tampoco mencionó nada acerca de Dios. Casi siempre dicen que están en una casa que no recibe ayuda por parte del gobierno y que con la ayuda de Dios, que no se qué, que bla bla bla. Definitivamente este cuate parecía tener un poco más de perspectiva en cuanto a su situación. Lo admiro y me cae que eso es lo que a muchos nos hace falta. Estar consientes de quiénes somos y en dónde estamos, cuáles son nuestros límites y cómo podemos buscar caminos alternativos.

En cuanto a las cosas que me hicieron reflexionar, es la cuestión de “esto es lo que nos tocó, así nos tocó vivir y no podemos evitarlo”. He escuchado muchas versiones de lo mismo como por ejemplo: es tu destino, las cosas pasan por una razón, Dios tiene un plan, es el ciclo del karma, etc. La cuestión es que si todo esto es cierto, nosotros somos las piezas de un ajedrez y pues nos atenemos a lo que “algo” decida hacer. Ya he expuesto mis puntos de vista anteriormente acerca de la libertad y eso, pero al escuchar las palabras chavo del micro me di cuenta de en qué estoy mal. Sigo pensando que no somos libres y que somos víctimas de las circunstancias, pero en lo que siempre he estado mal es que me quejo de ello. Como si quisiera ganarme la libertad y ser lo que no puedo ser. Todo el tiempo me quejo de que si no me salen nunca las cosas bien, que si estoy salado, que si los caminos que decido tomar no me llevan a ningún lugar sino a empeorar, que si el mundo está en mi contra, que si… ¡Mta! Tantas cosas de las que me quejo todos los días. Pero no he querido simplemente aceptarlo, quiero cambiar lo que yo no puedo cambiar, pedirle al destino que deje de ser él mi destino y yo reemplazar su lugar. Simplemente es lo que está en mis manos y lo que debería de hacer es aceptarlo, acostumbrarme a él y vivir en paz con ello. Como lo dijo aquel vato “Lo único que nos queda es hacerle la lucha y seguir adelante”. Pero eso sí, como mi amiga Amy hace unos días comentó en una de las entradas de este blog, hay en mí un propósito especial ¿cuál será? No tengo ni la más remota idea. Esa es la tarea que todos emprendemos, ese es el hacer de una vida, ese es el “¿Qué voy a hacer de mi vida? ¿Cuál es mi destino? ¿Será para bien o será para mal?”