Del 4º y 5º paso a la muerte
Hace unos días leí una nota en el periódico que me llamó la atención y me hizo pensar mucho acerca de la religión en general. En como a través de algo que se supone que debería de ser algo para bien, termina en tragedia. Siempre me sorprende el poder de manipulación masiva que la religión puede tener. Y digo, no es nada nuevo y no lo digo yo, la historia misma ha sido testigo de cómo las iglesias, en grandes juegos de poderes, se apoderan de los bienes de sus adeptos y los exprimen de una forma aparentemente sencilla. Por aparente quiero decir que sólo tienen que llenarles el cerebro con ideas manipuladas de lo que los primeros “hombres de razón” escribieron como explicación cosmológica de nuestra naturaleza. Pero en fin, no dejo de sorprenderme hasta donde llega la aspiración por el poder del hombre. Y bueno, para que sepan de qué estoy hablando, he aquí la nota completa:
Cuarto y quinto paso, ¿violencia sanadora?
La madre de Ramiro descubrió que su hijo de 16 años fumaba piedra y mariguana. El médico dijo que la piedra funde el cerebro. Desesperada lo castigó, habló con él; nada funcionó. La vecina le dijo que los del Cuarto y Quinto paso, un grupo cristiano llamado Amor y Servicio, lo sanarían. Pagó 3 mil pesos. El que trasladó al joven, si llevaba a tres más, no pagaría.
Ramiro llegó al salón de redacción con un cuaderno y la orden de que junto a una veintena de personas escribiera toda su vida: si se masturbaba, si tenía pensamientos impuros, si había pecado, si alguna vez fue víctima de violencia, etcétera. Pidió ir al baño, la supervisora le gritó insultándolo; que si no era hombrecito para aguantar.
El Cuarto paso consiste en hacer un inventario moral de tu vida y el Quinto, en contarlo todo frente a desconocidos. Por la noche les impidieron taparse, tenían que sufrir. Los dos días, sin alimentos, consistieron en humillaciones, cubetazos de agua helada, insultos y humillaciones públicas. Habitaciones sin luz.
Ramiro se negaba a hablar, le gritaron y los guías le forzaron a comer pasto; aterrado, obedeció. Lloró durante horas, llamaba a su madre y el guía le gritó “marica y cobarde”.
La idea detrás de estas técnicas de tortura “terapéutica” es lograr que la persona adicta o con problemas, enfrente de una vez por todas su culpa, y Dios le guíe y le de fortaleza. Luego de 48 horas sin comer, sin líquidos, sin dormir y con el estrés resultante, mucha gente logra hablar con Dios y los ángeles, ven visiones. Al salir firman un documento donde juran no contar nada de lo sucedido. Ramiro volvió a casa, escribió su experiencia y se suicidó. Su madre sumida en la culpa recibió amenazas; si denuncia al grupo Amor y Servicio, se le irán encima las huestes de seguidores. Simplemente toma antidepresivos y llora. Ramiro escribió que se drogaba porque tenía miedo de la violencia de la escuela, de la calle, de la vida; Se sentía solo e incomprendido.
En 1949 surgió en Estados Unidos el Modelo Minnesota: los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. Millones de personas adictas han sanado con él. Los doce pasos pueden durar hasta un año o más. Es un modelo de vida respetuoso de las emociones, que genera procesos de solidaridad y trabaja grupos de confesión. Las grandes clínicas como Oceánica y Monte Fénix, se basan en los 12 pasos profesionalizado médicamente. Al igual que los Centros de Adaptación Juvenil, existen profesionales que ayudan a sanar las adicciones. Mientras tanto las pirámides del Cuarto y Quinto paso se enriquecen con familias de clase media, les mandan a casa con procesos emocionales abiertos y sin herramientas para sanar. Las adicciones son una enfermedad que no se puede curar a golpes e insultos. A fines del año 2000, la Secretaría de Salud publicó la norma oficial para este tipo de centros. Pero allí están, ejerciendo violencia, sin supervisión médica y sanitaria. Forzando la religión a golpes como falsa promesa de sanación. La ausencia de servicios profesionales, responsabilidad del Estado, abre la puerta a gurús tramposos que medran a costa de la vida de personas adictas. Exigimos menos dinero para la guerra y más para la salud contra las adicciones.
Una de las cosas que siempre me hace ruido y en la que, a mi parecer, está basada la religión cristiana (sea católica o cristianismo reformado protestante en sus múltiples variantes e interpretaciones), es el tema de la culpa. Este sustantivo juega un papel muy importante y esencial en la religión cristiana (claro, recuerda que hablo de mi punto de vista en particular). Creo que ha sido la herramienta más poderosa que se ha usado y aún se usa para llevar a cabo la manipulación. Pero no sólo en el ámbito religioso, sino en todo ámbito social. Simplemente porque está ligado a una acción que, en muchos casos, es consecutiva a la culpa. Me refiero al perdón. Otro término que utópicamente usamos a la ligera, sin pensar las grandes implicaciones que conlleva “el perdonar”; otra acción en la que no creo, que rechazo tajantemente, pero que fundamenta muchas cosas éticas. En fin, ya basta de “bla bla bla”, al menos por esta entrada. Este es un tema complejo al que dedicaré un mini ensayo pronto (al menos eso espero).
Ustedes saben que (o por si no lo sabían), dado que hay un nuevo cambio en este espacio, estoy abierto a críticas u observaciones, no dudo que tal vez me equivoque, pero si nadie me lo hace ver de una manera justificada, pues nunca me enteraré y moriré con ideas basura en la cabeza. O como decía mi maestro de Computación de la prepa, “con mierda en el cerebro”.
Cuarto y quinto paso, ¿violencia sanadora?
La madre de Ramiro descubrió que su hijo de 16 años fumaba piedra y mariguana. El médico dijo que la piedra funde el cerebro. Desesperada lo castigó, habló con él; nada funcionó. La vecina le dijo que los del Cuarto y Quinto paso, un grupo cristiano llamado Amor y Servicio, lo sanarían. Pagó 3 mil pesos. El que trasladó al joven, si llevaba a tres más, no pagaría.
Ramiro llegó al salón de redacción con un cuaderno y la orden de que junto a una veintena de personas escribiera toda su vida: si se masturbaba, si tenía pensamientos impuros, si había pecado, si alguna vez fue víctima de violencia, etcétera. Pidió ir al baño, la supervisora le gritó insultándolo; que si no era hombrecito para aguantar.
El Cuarto paso consiste en hacer un inventario moral de tu vida y el Quinto, en contarlo todo frente a desconocidos. Por la noche les impidieron taparse, tenían que sufrir. Los dos días, sin alimentos, consistieron en humillaciones, cubetazos de agua helada, insultos y humillaciones públicas. Habitaciones sin luz.
Ramiro se negaba a hablar, le gritaron y los guías le forzaron a comer pasto; aterrado, obedeció. Lloró durante horas, llamaba a su madre y el guía le gritó “marica y cobarde”.
La idea detrás de estas técnicas de tortura “terapéutica” es lograr que la persona adicta o con problemas, enfrente de una vez por todas su culpa, y Dios le guíe y le de fortaleza. Luego de 48 horas sin comer, sin líquidos, sin dormir y con el estrés resultante, mucha gente logra hablar con Dios y los ángeles, ven visiones. Al salir firman un documento donde juran no contar nada de lo sucedido. Ramiro volvió a casa, escribió su experiencia y se suicidó. Su madre sumida en la culpa recibió amenazas; si denuncia al grupo Amor y Servicio, se le irán encima las huestes de seguidores. Simplemente toma antidepresivos y llora. Ramiro escribió que se drogaba porque tenía miedo de la violencia de la escuela, de la calle, de la vida; Se sentía solo e incomprendido.
En 1949 surgió en Estados Unidos el Modelo Minnesota: los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. Millones de personas adictas han sanado con él. Los doce pasos pueden durar hasta un año o más. Es un modelo de vida respetuoso de las emociones, que genera procesos de solidaridad y trabaja grupos de confesión. Las grandes clínicas como Oceánica y Monte Fénix, se basan en los 12 pasos profesionalizado médicamente. Al igual que los Centros de Adaptación Juvenil, existen profesionales que ayudan a sanar las adicciones. Mientras tanto las pirámides del Cuarto y Quinto paso se enriquecen con familias de clase media, les mandan a casa con procesos emocionales abiertos y sin herramientas para sanar. Las adicciones son una enfermedad que no se puede curar a golpes e insultos. A fines del año 2000, la Secretaría de Salud publicó la norma oficial para este tipo de centros. Pero allí están, ejerciendo violencia, sin supervisión médica y sanitaria. Forzando la religión a golpes como falsa promesa de sanación. La ausencia de servicios profesionales, responsabilidad del Estado, abre la puerta a gurús tramposos que medran a costa de la vida de personas adictas. Exigimos menos dinero para la guerra y más para la salud contra las adicciones.
Una de las cosas que siempre me hace ruido y en la que, a mi parecer, está basada la religión cristiana (sea católica o cristianismo reformado protestante en sus múltiples variantes e interpretaciones), es el tema de la culpa. Este sustantivo juega un papel muy importante y esencial en la religión cristiana (claro, recuerda que hablo de mi punto de vista en particular). Creo que ha sido la herramienta más poderosa que se ha usado y aún se usa para llevar a cabo la manipulación. Pero no sólo en el ámbito religioso, sino en todo ámbito social. Simplemente porque está ligado a una acción que, en muchos casos, es consecutiva a la culpa. Me refiero al perdón. Otro término que utópicamente usamos a la ligera, sin pensar las grandes implicaciones que conlleva “el perdonar”; otra acción en la que no creo, que rechazo tajantemente, pero que fundamenta muchas cosas éticas. En fin, ya basta de “bla bla bla”, al menos por esta entrada. Este es un tema complejo al que dedicaré un mini ensayo pronto (al menos eso espero).
Ustedes saben que (o por si no lo sabían), dado que hay un nuevo cambio en este espacio, estoy abierto a críticas u observaciones, no dudo que tal vez me equivoque, pero si nadie me lo hace ver de una manera justificada, pues nunca me enteraré y moriré con ideas basura en la cabeza. O como decía mi maestro de Computación de la prepa, “con mierda en el cerebro”.
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