Manejando en un camino de nervios

En febrero del presente, tuve mi segunda experiencia manejando un carro. A diferencia de la primera, la cual fue muy traumática porque casi choco con una camioneta estacionada, me fue muy bien. En ambos casos fue un carro de transmisión automática, así que el verdadero problema sólo consistía en medir distancias y no atropellar peatones. En las dos ocasiones el recorrido fue de aproximadamente 5 cuadras. Luego de eso estuve manejando en la colonia algunas veces más. En una de ellas tuve mi segunda experiencia traumática, es muy difícil explicar pero trataré de hacerlo lo más claro y breve posible:

Antecedentes:
Mi cuarta vez manejando, a bordo un niño de 3 años y un tío súper nervioso. La calle por la que iba, cerrada por un zafarrancho que se armó por una fiesta, y por último la calle con coches estacionados por ambos lados, lo que me dejaba muy limitado el espacio para manejar.
Primer problema:
La dos únicas formas de poder salir de la calle cerrada eran a) Manejar de reversa o, b) ejecutar una vuelta en “u” a la chicana.
Solución a):
Así es, primero opté por manejar de reversa. Dado que era mi primera vez de reversa, no iba nada bien, y mucho menos cuando el tío nervioso comenzó a gritar “¡Cuidado! ¡Vas a chocar!”. Así que mejor se bajó para echarme aguas. Inmediatamente un carro se adentró para estorbarme.
Solución b):
Luego de que el carro que me estorbaba se dio cuenta de que no podría seguir, ejecutó una perfecta maniobra de reversa. Yo, después de muchos fracasos, opté por una vuelta en “u” a la chicana. Así que di vuelta hacia mi derecha para subirme por la entrada de una casa. El objetivo era retroceder mientras enderezaba el carro en la dirección opuesta de la que comencé. Pero cuando lo intenté, me salí de la entrada yendo por la banqueta, pero puesto que ella estaba muy alta, el carro quedó suspendido, es decir, la defensa delantera cayó sobre la banqueta impidiendo que las llantas delanteras tocaran el piso.

Antecedentes 2:
El tío nervioso casi gritando “¡¿Y ahora qué vamos a hacer?! ¡Hay que llamar a tu papá!”. Un señor salió de la puerta que estaba en frente, justo donde intenté hacer la maniobra. Dicha persona nos observaba, poniéndome más nervioso. Una patrulla se acercó a lugar de los hechos y yo le estorbaba para poder llegar al zafarrancho. Yo, mucho más nervioso mientras me decía a mí mismo “¡En la madre! ¡¿Ahora qué hago?! ¡¡¡Ya valí madres!!!”
Solución 2:
Pues no tenía alternativa más que dirigirme hacia la patrulla, explicar la situación y esperar a que me comprendieran y me ayudaran. Llegué y hasta la ventana del poli chofer y dije: “Buenas noches señor oficial, tengo un problema, intenté darme la vuelta y el carro ahora está atascado, no lo puedo mover y temo yo les estorbo.” El señor policía me respondió “pues espero que lo muevas pronto porque este vehículo no tiene reversa”. Ya yo casi en shock busqué desesperadamente algunas piedras para ponerlas bajo las llantas para que ellas pudieran hacer tracción, pero como siempre me ha pasado, cuando necesitas algo, nunca lo encuentras. Afortunadamente, la presencia de la patrulla provoco la huída de algunos carros estacionados, incluyendo una camioneta que estaba del otro lado de la banqueta. Con ello la patrulla ejecutó una maniobra para poder rebasarme. Ya con ideas del señor de la casa, usamos la llanta de refacción en vez de las piedras, le pedí ayuda a unos chavos que estaban allí y entre todos empujaron el carro. Aunque mientras yo, que era quien manipulaba el carro, sentí temor de atropellar a algunos que se pusieron casi en la parte de atrás, o de acelerar tanto que el carro se lanzaría contra los carros adyacentes. Debido a esos titubeos, los chavos comenzaron a gritar “mejor cambien de chofer”. Yo me puse aún más nervioso. Al fin lo logramos y desatoramos el carro. Yo igual o peor de nervioso, le pedí de favor al señor si podía enderezar el carro por mí. Yo ya había tenido mucho estrés en un poco menos de media hora y no me sentía capaz de lograrlo. El señor amablemente (pero igual desesperado de mi y la situación que provoqué) me ayudó. Logramos salir de aquel lugar y todos regresamos bien a casa.
Luego de eso lo seguí intentando hasta que mi hermana un día me obligó a salir al eje central en el carro. El destino fue Plaza Lindavista. Todo salió perfectamente ese día, y de ahí transité en varias ocasiones sin ninguna novedad. Mi primer gran aventura fue irme desde aquí (Progreso nacional, extremo norte de la Ciudad de México) hasta CU (Sur de la ciudad). Lo hice porque tuve que llevar mi batería al depa de unos amigos para ensayar lo que tocaría en la noche de talentos un lunes antes de dicho evento. De ida, todo perfecto; en el regreso casi choqué con otro carro, pero la culpa no fue mía. Luego el día de la noche de talentos llevé el carro para traer la batería y las muchas cosas que llevé luego de que terminara el evento. Sólo de ida, una camioneta me dio un rozón, pero luego de analizar la situación, totalemente fue culpa del otro conductor, y fue más obvio cuando se dio a la fuga. Yo supongo que lo hizo porque pensó que le reclamaría. Pero yo en cuanto escuché el rozón, frené y dije “¡¿Chale que pasó?!”, pensé que la culpa había sido mía, pero no fue así. Fuera de eso, todo ha salido muy bien mientras manejo. Sé que poco a poco, ganaré experiencia y los nervios irán desapareciendo. Sólo tengo que ser paciente.

Esta es una foto que muestra todas las cosas que llevé para la noche de talentos. Me quedé asombrado por la cantidad de cosas que cupieron en el auto:

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
°~° qué experiencia!! Hay que tener cuidado eh!!
Lo importante es que tienes la oportunidad de practicar, ya verás que poco a poco te conviertes en un profesional y dejarán de suceder esos incidentes =)

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