Del tiempo al olvido, del olvido a aferrarse.

¡Guau! Hacía mucho tiempo que no escribía aquí. En un mes y 5 días pareció que me había olvidado de ti. Sin embargo aún no ha sido así. Tengo muchas que escribir porque, el vivir la vida trae consigo una infinidad de eventos que nunca jamás volverán a repetirse. Puede que pasen de una forma similar, pero ello no significa que será igual, ya que cada momento que algo pasa, se encuentra en un tiempo distinto. Como escribir en este blog por ejemplo, lo único que hago es sentarme y escribir, vez tras vez, mas todo lo que escribo es distinto y en cada ocasión mi semblante es distinto. Más allá de llevar algo que nos gusta hacer hacia el olvido, el aferrarse a continuar haciéndolo es lo que mejor cuenta. Así es, después de someterme a un consejo que se me fue dado hace 9 años y que, en un principio tenía mis dudas, ahora acepto que extrañé escribir aquí; posible síntoma de que me gusta hacerlo.

De esta misma forma, el tocar el violín se ha vuelto una de esas cosas que me gusta hacer. Durante un pequeño periodo de tiempo tuve que dejar de hacerlo, pero luego lo retomé con más gusto. El 5 de abril inicié una entrada a este blog diciendo: “Tras mi reciente fracaso aparente con el violín”, sin duda declaré mi frustración al tocar dicho instrumento. Luego de eso lo dejé a pesar de que una de mis motivaciones fue poder tocar alguna sencilla pieza en un evento, una noche de talentos (de la cual hablaré posteriormente en otra entrada). Por supuesto que me di cuenta tras varios intentos, que definitivamente tocar el violín distanciaba demasiado de ser un talento mío. Ya luego de que el evento mencionado pasó, me aferré diciéndome a mi mismo “¡Como chingados de que no puedo!”, así que toqué unos días más hasta que me di cuenta que es muy difícil y me cuesta mucho trabajo, pero es divertido sufrir haciéndolo (lo sé, soy todo un masoquista). Todo culminó cuando compré el descanso para el hombro (que es una pieza de plástico con una tipo hule espuma), con esa cosa el violín ya no me lastimaba tanto el hombro, además hace que haya más distancia entre el hombro y la barbilla (con lo que se sostiene el violín al tocarlo) y me facilitaba la posición. Así entonces, mi masoquismo pasó a ser más legítimo, debido a que aún tengo el problema de la muñeca, me fuerzo mucho y me duele, pero mi gusto por el instrumento ha crecido considerablemente desde que lo compré, me he enamorado de mi violín. Así que podemos alejarnos de hacer lo que nos gusta hacer, como las dos cosas que anteriormente mencioné, pero si realmente nos gusta hacerlo hay que aferrarse a ello y no darse por vencido.

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