Adios, mi amiga.

El reciente fin de semana fui víctima de un estrés emocional que culminó hace unos momentos. Jessie, era una perrita de raza Labrado chocolate. Originalmente era de mi sobrino, hijo mayor de los de mi hermana. Pero en realidad, yo la consideraba muy mía. Y es que desde el momento en que llegó, ella sintió un poco de tristeza de la separación de su hermanita. Así que decidí que se durmiera conmigo en mi cuarto, y pese a que en unos pocos días ella lo superó, se convirtió en costumbre que durmiéramos juntos. Puedo decir que era mi compañera de cuarto.

Para hoy ya casi cumplía 9 meses y como mencioné, el fin de semana pasado contrajo una enfermedad, la cual pese al tratamiento que le dio el veterinario, culminó hoy alrededor del medio día. Ella se fue. Hoy por la mañana que vino el doctor a ponerle un suero, supongo que ya la vio muy mal, así que dijo “esperemos en Dios que responda al tratamiento”. Luego que murió, mi mamá dijo “Sólo Dios sabe por qué hace las cosas, Él así dijo que fuera, que la trajéramos y que la dejáramos ir”. Supongo que no sabrás del todo como me siento en este momento con respecto a esa cosmovisión, pero lo más que se asemeja es un gran enojo. Me gustaría poder decir que cuando yo muera, sería un gusto verla de nuevo y jugar con ella, pero también se profesa que los animales no tiene alma, y de ser cierto eso, supongo que hoy es la última vez que la habré visto. Sólo espero toda mi tristeza, dolor, y enojo que siento, se vayan con la infinidad de lágrimas que he derramado desde la noche de ayer cuando ya sabía que esto pasaría. Descansa en paz mi gran y querida amiga… Jessie


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