La venganza del karma

Se dice por ahí que cuando provocas un mal, éste se te revierte. ¡Y vaya que ahora lo viví! Bueno, la verdad es que eso pasó la semana pasada pero no quería dar mi brazo a torcer y compartir mi bochornosa experiencia, pero aquí va: Todo comenzó hace algunos meses, no estoy seguro, tal vez fue el año pasado; pasó que iba en el metro de la línea 3 en las horas pico de la mañana. En el metro Viveros normalmente baja mucha gente, pero resulta que ese día por alguna extraña razón algo pasó que cambió mi vida. El metro se detuvo, pero no abría las puertas, la gente comenzaba a desesperarse, algunos golpeaban el tubo o el piso con los pies. Después de casi dos minutos el metro comenzó a avanzar lentamente, yo personalmente pensé que el chofer se había estacionado un poco atrás y por ello se acomodaría. Sin embargo comenzó a acelera, y acelerar, y acelerar… hasta que entramos al túnel. Alguien enfrente mío dijo “yo bajaba aquí”, pero lo gracioso fue el tono y la cara de tristeza (en mi retorcida mente casi pude ver una lagrimita saliendo de su ojito). Mucha gente más empezó a recordarle a su mami al chofer una vez en Miguel A. de Quevedo. Pero justo comenzaba a preocuparme y me dije a mí mismo “ojalá que al menos en Copilco sí abra las puertas”. Afortunadamente sí fueron abiertas. Yo reí mucho ese día. Pasaré a un nuevo párrafo para hablar sobre la revancha….

Venía en el metro de la línea 3 la semana pasada y yo me bajaba en la raza. Pero cuando llegó, de igual forma se detuvo en la estación pero no abría la puerta. Atrás de mí estaba una chava. De repente oí que sonó el timbre de advertencia de que las puertas se cerrarían, miré hacia las otras y me percaté que estaban abiertas. Mi primer reflejo fue intentar abrir la puerta con mi minúscula fuerza, la chava intentó ayudarme. Logramos abrir la mitad, pero en eso todas se cerraron (incluyendo la nuestra). Lo peor de todo fue que en unos de los asientos cercanos estaban tres cuates bien burloncitos. Comenzaron a decir “¡Jajaja! ¡Ni pedo! ¡Pa’ la próxima! ¡Jaja! ¡Qué cagado!” Todo el camino hasta llegar a la estación potrero se la pasaron riendo de nosotros. Fue entonces cuando dije “la reversión del karma”, “the karma’s revenge”, "la venganza del karma"… De hecho, en lo acontecido en el párrafo anterior acepté que era gracioso, aunque si hubiese estado en esa situación no hubiera reído. Cuando todo me pasó a mi no me enojó, o tal vez no el hecho de que el metro no me abriera, si no que los tres cuates se burlaran sin parar todo el camino hasta la próxima estación. Yo me aguanté la risa hasta que me bajé en Copilco y no me reí en la cara de nadie. Sin embargo tal vez así funciona eso del karma, lo que haces se te revierte multiplicado. Eso hizo preguntarme ¿acaso la chava iba en el mismo metro cuando no se abrieron la puertas en Viveros? ¿Que hizo ella si no estuvo allí? En fin, se los cuento para que se rían. Ahora que si hasta este punto ya se rieron… Me temo que serán victimas del Karma ¡Jo-Jo-Jo! Esa es la razón por la que escribí este acontecimiento tan penoso… Para compartir no solo la experiencia, sino también el Karma mismo… Así que, disfruten el Karma del que serán victimas sólo por el hecho de haber leído esta entrada y haber reído. Good luck and good night!

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